SENTIMIENTOS CERCANOS Y LEJANOS

Hay sentimientos, dolores también se puede decir, que tendemos a olvidar pero que no siempre es posible y a veces ni siquiera conveniente.

Esto dicho así puede parecer cualquier cosa y valer para cualquier situación. Es verdad. Solo que hoy he revivido algo que en buena parte tenía olvidado. Algo que creo hemos vivido la mayoría, sino todos, los laringectomizados.

Me estoy refiriendo a las primeras semanas, más bien meses, que pasamos justo antes y sobre todo después de la laringectomía. Hoy he estado con uno recién operado y por alguna razón que desconozco me ha hecho sentir esas semanas y meses. Y digo que desconozco la razón porque esto mismo, el estar con un recién operado, lo hago con cierta frecuencia. Pero repito que hoy lo he vivido de otro modo, distinto.

Era una persona de mi edad, más o menos, que se ha acercado a la Asociación para hacerse socio, comprar alguna cosa e informarse sobre horarios para pasar a recibir las clases para aprender a hablar. El sentimiento y el dolor se le notaba en los ojos, no se si más o menos que a otros pero me ha hecho recordar la primera vez que también yo fui, acoquinado y compungido, buscando un camino que se me hacía distante y poco menos que impracticable. Teniendo que luchar contra la imposibilidad de hablar, con un trozo de papel y un boli que hablasen por mí. Queriendo explicar cosas que no podía ni decir ni escribir. Demasiado dolor y sentimiento como para explicarlo por escrito, así, de improviso.

Quizá todo haya sido porque por estas fechas también yo pasé, seguramente, por el mismo trance. En el momento que estaba con él no me acordé de este detalle pero ya sabemos los caprichos que se gasta el subconsciente.

He seguido pensando en todo esto, he rebuscado en mis notas escritas en aquellos días y transcribo lo que escribí justo a los tres meses de operado:

“Hoy tres meses de la operación. Lo que ha cambiado mi vida en estos tres meses no soy capaz de asimilarlo ni se si lo haré alguna vez. Y eso que en estos últimos días empiezo a ver algo de optimismo en mi cuerpo y en mi mente. A veces empiezo a mirar hacia atrás y me encuentro con una barrera marcada por la enfermedad que casi me impide ver el resto. Como si llevase con este mal toda la vida. Me imagino que eso lo curará el tiempo pero seguro que algo quedará y no será poco. Tengo mucho miedo a no poder reencontrarme con mi vida tal como era antes de todo esto, a relacionarme con todo el mundo como si nada hubiera pasado, a no poder hablar y llevar una conversación sin problemas y a tantas cosas sencillas antes pero muy distintas ahora. Y no quisiera perder nada de eso, pero seguro que bastante lo perderé y no se si me gustará la alternativa. Tendré que luchar y mucho”.

¡De qué manera tan distinta se ven las cosas a los 4 años! Por suerte, al menos para mi, muchos de esos temores han sido superados y adonde no ha llegado la capacidad de adaptación ha llegado la imaginación para superarlo. Esto es algo que a todos nos gusta transmitir a los que empiezan. Pues que vaya por ellos, que sepan que se puede superar. Todo o casi todo. Luchando, eso si.